Biblioteca Concertada ADIDA – Comfenalco

HISTORIA

PROCESO HISTÓRICO
DE LA BIBLIOTECA ADIDA

Diría para empezar, que uno supone el valor que el texto escrito tiene para los docentes, por ser los trabajadores de la cultura, por excelencia; sin embargo, lo que quiero relatar es más a manera de autocrítica, que en calidad de juicio de valor sobre nuestras actitudes y comportamientos culturales y pedagógicos cotidianos.

El valor del texto escrito va más allá de valorar a Johannes Gensfleish Gutenberg quien nos legó la posibilidad de construir memoria histórica y social para la humanidad.

En el Boletín Nº 1 de marzo de 1983 de la Comisión de Asuntos Culturales de ADIDA, siendo directivo el compañero Froilán Hilario Peláez, se manifestaba:

“Biblioteca. ADIDA tiene algunos libros que se han clasificado. Pero no están al servicio
organizadamente porque no hay sitio adecuado y seguro (en la inadecuada sede de ADIDA).
La biblioteca es una necesidad para muchos. Podríamos recopilar también, con mejores condiciones, diverso material bibliográfico, investigaciones hechas por educadores sobre diferentes aspectos de la cultura, etc. ¡Necesitamos con urgencia la biblioteca!”.

De aquel texto inicial se pueden destacar tres aspectos fundamentales:

La necesidad de un espacio para la biblioteca,

Las condiciones locativas y de seguridad para poseer textos, y
La socialización de investigaciones de los educadores
Para aquel entonces, ni siquiera esta realidad tan importante para el magisterio era considerada asunto de su Junta Directiva, apenas era la Comisión de Asuntos Culturales. Sólo hasta el año 1989 se constituyó como Secretaría de Asuntos Pedagógicos, Recreativos y Culturales; valga señalar que en las décadas del sesenta, setenta y ochenta, los cargos de la Junta Directiva cambiaban según su composición política y dependía en lo fundamental de las buenas o malas relaciones que se tuvieran con la administración en el otorgamiento de las comisiones sindicales, hubo Juntas Directivas de 15 directivos y 3 vocales.

Aquella urgencia manifestada en 1983, tuvo un proceso en los hechos, bastante curioso para tener lo que hoy tenemos. En 1986, en la sede vieja, en la Paz con Bolivia, se realizó el primer trasteo y la primera clasificación de los pocos libros y documentos existentes fue a parar a las cajas de cartón.
Ocurrió que en el año 1985 asumió la presidencia el difunto Luis Felipe Vélez Herrera, quien durante su gestión compró una casa vieja en Argentina con Girardot, la cual se ocupó en el año 1986. Recuerdo que a Berta Betancur y a Carmenza López de Mesa, quien venía de la otrora organización sindical, PROAS (la cual se fusionó en 1982), les tocó la singular mudanza y se fue ADIDA a estrenar su nueva sede, en esa Casa Grande, con parqueadero y todo.

No obstante, las cajas siguieron llenándose de moho; los documentos, de polillas y los libros comenzaron a ser comida favorita de los ratones. El texto escrito aún no tenía valoración dentro del Sindicato.

Al lado de esto, el país vivía una situación bastante difícil, denominada guerra sucia a finales de los ochenta y la Asociación comenzó a tener un papel bastante protagónico en el ámbito político, social y gremial en la ciudad de Medellín, y producto de esta situación la educación, la pedagogía y la cultura no eran importantes para mucha gente, al igual que ahora.
Se me olvidaba decir que no faltaban las quejas de la compañera Blanca Ofelia Serna con relación a las cajas, por no protegerlas o colocarles, según ella: “al menos un plástico para que el tiempo no las dañe”.

Lamentablemente, casi un año después del trasteo, en agosto 25 de 1987, a la entrada de la sede, es asesinado el Presidente de ADIDA, Luis Felipe Vélez Herrera. Asume la presidencia la compañera Ángela Tobón Puerta.

Pasaron casi dos años en los cuales la organización sindical tuvo alrededor de 26 docentes asesinados y por eso se popularizó el dicho: “se paga escondidijo a peso”. De nuevo, los libros, los documentos y las notas escritas fueron cada vez más arrinconados en la Casa Grande, ocupando un lugar en la pieza trasera.

En esos momentos, la cuota sindical era de cero punto cinco por ciento (0.5 %) y las necesidades y urgencias de la organización sindical crecían. En tal sentido, el Presidente Carlos Arturo Higuita y su grupo político mayoritario, en el año 1989, le proponen a la Asamblea General de Delegados de ADIDA que la cuota sindical se aumentará a uno por ciento (1.0 %)

de la asignación básica mensual de cada educador, con el objeto de capitalizar la organización sindical, propuesta que se aprobó sin mayores debates.

En la Asamblea Estatutaria de 1989 se elige la Junta Directiva y se crea la dependencia Secretaría de Asuntos Pedagógicos, Deportivos y Culturales, la cual debería al mismo tiempo asumir la dirección del Centro de Estudios e Investigaciones Docentes, “para no pagar un platal a un investigador externo al magisterio”, a juicio del Presidente.

Se subvaloraba la labor de investigación del maestro pero a su vez fue todo un reto para mí demostrar que los docentes de preescolar, básica y media sí podían lograr niveles importantes de conceptualización y rigurosidad teórico – práctico.

Viene a mi memoria también que en ese tiempo, al Sindicato de SOFASA, por convención colectiva, le regalaban los tablones en los cuales traían las partes de los vehículos del Japón y, por ello, ADIDA le solicitó una donación grande con el propósito de encerrar un espacio del parqueadero y allí tener un lugar más adecuado para aquella vieja urgencia.

De hecho, se encerró el parqueadero y se hicieron estantes, mesas y sillas para darle verdaderamente el espacio adecuado a la biblioteca e, incluso, hasta se compraron revisteros para realizar un proceso técnico con lo poco que se tenía. Las cajas se fueron al sol por un buen período de tiempo aunque el polvo acumulado por años ahuyentaba a los pocos amantes de la lectura.
Era tal el acumulado de polvo, que Blanca Ofelia todos los días se quejaba tanto del mismo, que se enfermó.

Salieron al “espacio de la biblioteca” unas cuantas revistas, libros y documentos que se acomodaron en los revisteros para uso de los maestros y maestras que visitaban nuestra sede sindical.

Sucedió entonces que por la ausencia de una persona a cargo, los educadores que veían un documento, una revista o un libro interesante iban saliendo con él y jamás volvían a la sede sindical; “valoraban bastante bien el texto escrito”. Mientras tanto, el educador Jorge Arismendy recortaba la prensa y discutía con los colegas que no devolvían los libros.

Aquel espacio, luego se utilizó para las partidas de ajedrez y para jugar tenis de mesa. Hubo entonces la necesidad y la urgencia de volver a recurrir a las cajas.

A comienzos de 1992, la Junta Directiva solicita un préstamo a CONFIAR Caja Cooperativa para la construcción de la sede, en la Casa Grande.

Se alquiló entonces una casa vecina y se realizó un segundo trasteo a una morada más pequeña. Nuevamente, la secretaria Berta Betancur pregunta si se botan los documentos, notas escritas, libros y revistas existentes o si se incluyen dentro de la mudanza.

No faltó quien opinara afirmativamente porque ya no servían; pero otros, los amantes de la cultura, la pedagogía y la historia bibliográfica, acertaron en su opinión de la importancia de la memoria escrita de la organización sindical y que aquello hacía parte, como buenos paisas, de los chécheres que había que llevarse consigo.

La construcción de la sede actual duró casi dos años por lo que los libros volvieron a llenarse de moho, polillas y humedad. En 1994, se inauguró la Sede Administrativa, Social y Cultural de ADIDA y se organizó con carretilla y todo, el tercer trasteo; hubo que recurrir de nuevo a nuestra compañera Blanca Ofelia Serna para desempolvar a los “viejitos”, pero ya tenía al menos la compañía de Beatriz Pareja, una nueva persona en servicios generales para realizar dicha actividad, tan poco usual para los directivos.

Allí, en un espacio más digno para la organización sindical, el Equipo Pedagógico del Centro de Estudios e Investigaciones Docentes, el cual fue liderado por el actual Secretario de Asuntos Pedagógicos y Educación Sindical de ADIDA Luis Alonso Londoño Zapata por un buen tiempo 1990 - 1996, comenzó su labor lenta pero segura de ir recolectando y desempolvando libros, documentos, actas, notas escritas, revistas, periódicos y cuanto papel existía para realizar una clasificación que le pudiera ofrecer una ayuda pedagógica a los maestros y maestras del departamento de Antioquia.
De hecho la clasificación técnica bibliográfica era empírica pero el ejercicio de leer cada documento y algunos de los libros por esa época existentes me ha permitido poderle ofrecer al magisterio antioqueño muchos aportes en materia pedagógica e interpretar con buen criterio la normatividad educativa existente en el país para asesorar a los colegas.

Lo anterior se iba actualizando con las elaboraciones propias de los compañeros del Centro y con las memorias de cada evento al que asistían los directivos en materia de educación, pedagogía e investigación. En esta época se ganó el principio de ir haciendo texto la palabra del docente y no faltaba mes que el periódico de mayor circulación en el departamento citara al CEID como referente del desarrollo educativo en la región. El reto de hacer investigación con los docentes se fue posicionando a nuestro interior y en la Comunidad Educativa Antioqueña.

Una de las oficinas del cuarto piso se fue dotando de revisteros con documentos. Alguien donó un armario que tenía en su casa; otro día se armó una estantería vieja contra uno de los muros para que no se cayera por el peso del papel. La Junta Directiva compró un archivador de los modernos, los documentos se protegieron un poco más y Blanca Ofelia y Beatriz no paraban de desempolvar y de esta manera; se fue ganando el valor del texto escrito y la urgencia de 1983 se iba, por fin, materializando.

La vieja urgencia vino a tener eco real sólo hasta 1997 cuando la Junta Directiva decide que el tercer piso de su nueva Sede Administrativa, Cultural y Social se destine para la Biblioteca de la institución. Se realiza el cuarto trasteo, ya más corto y se contrata a la bibliotecaria Edilma del Rosario Arango Ossa para dotar a ADIDA de una verdadera Unidad de Información Pedagógica y se compran diez mesas circulares cada una acompañada de seis sillas, mientras que la prensa la continúa cortando Arismendy.

Se fueron recuperando libros, clasificando documentos, descartando material de coyuntura y valorando las elaboraciones e investigaciones propias de los maestros y maestras, se fue organizando el Centro de Documentación con las producciones manuscritas de los mismos y aún se conservan algunos textos con la primera clasificación de 1983.

En ese año de 1997, renuncia la bibliotecaria y casi seis meses después, en 1998, se vuelve a contratar un bibliotecario de planta que se coloca al frente de esta vieja aspiración del magisterio antioqueño. Nos suscribimos entonces a los 4 periódicos de mayor circulación en el país, la prensa ya tiene su sitio para ser leída y Jorge Arismendy alcanza su estatus de abnegado pensionado con su digno ejemplo de cortar cotidianamente las notas periodísticas educativas que han dado origen a la colección archivo de prensa en nuestra unidad de información pedagógica.

Para el año 1999, siendo integrante del Consejo Directivo de la Caja de Compensación Familiar de Fenalco Antioquia (COMFENALCO), en calidad de Consejero Principal, presenté la propuesta de un convenio ADIDA – COMFENALCO para organizar la Unidad de Información Pedagógica como Biblioteca, en la Sede Central y es aprobado por un monto de ochenta y cinco millones ($ 85.000.000) de pesos para un período de dos años.

Comienza, así el salto más cualitativo y se pasa de lo empírico a la sistematización de nuestro acumulado histórico, pedagógico, educativo, jurídico, cultural y científico con la conformación de un equipo de trabajo constituido por: Rubiel Echavarría, Bibliotecólogo de ADIDA; Lina María Pérez, Bibliotecóloga Coordinadora del Proyecto, Martha Gil Pérez, Bibliotecóloga Analista de Información y Laura Catalina Arias, Auxiliar de Procesos Técnicos, estas tres personas empleadas de COMFENALCO; Girleza Gómez, Exsecretaria de la dependencia; alfabetizadoras del Centro Formativo de Antioquia (CEFA) y del Liceo Nacional “Marco Fidel Suárez”, Jorge Arismendy encargado del Archivo de Prensa, y con los creadores de las bases de datos bibliográfica y de préstamo, estamos entregando hoy al magisterio antioqueño la Unidad de Información Pedagógica con 2.210 volúmenes de libros, 2062 documentos de archivo vertical, 251 videocasetes, 429 audiocasetes y 81 títulos de publicaciones seriadas. Además, ofrece los servicios de lectura y consulta, referencia, préstamo, consulta de material audiovisual e Internet, reprografía y servicio de alerta. Aspiramos que en poco tiempo este sea un lugar de obligatoria visita en los procesos de formación de los profesionales antioqueños.
A todos aquellos que amamos el grafito con el cual se realizó el primer petroglifo como a los que no olvidan a Gutenberg, como a los que viven y sienten la lectura como vida, como a los que saben de:
“La ventana sobre la utopía”

Ella está en el horizonte – dice Fernando Birri - Me acerco dos pasos,
Ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos
Y el horizonte se corre diez pasos más allá.

Por mucho que yo camine, Nunca la alcanzaré.
¿Para qué sirve la utopía? Para eso sirve: para caminar.

Eduardo Galeano (Palabras Andantes)

A todas las personas presentes, ausentes o que no he reseñado gracias por posibilitar construir esperanzas en la niñez y la juventud a través de los docentes que hacen la diferencia.

Londoño Zapata, Luis Alonso

Publicación: El proceso histórico de la biblioteca de ADIDA no ha sido fácil y ha tenido un largo recorrido en: Revista Lexis No. 11 (noviembre 2001): pág.14-24.

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